domingo, 3 de mayo de 2009

Perro callejero

Perro callejeroJi, ji, ji, se decía con su andar alegre. Su mirada alerta; veía para todos lados y estaba atento a todo. Se miraba sucio. El reflejo en el costado de un autobús recién lavado le decía que era ya tiempo de encontrar un río, pero éstos traían en ellos toda clase de suciedades y apestaba el agua. En últimas fechas había encontrado que un prado verde significaba un baño con agua fresca y limpia. Había que esperar cerca a que ciertas espreas salieran de la tierra y echaran harta agua, y con cuidado había que caminar entre ellas pa' que no pegaran recio en las partes blandas. ¡Mmmhhh! Salir limpio, una buena sacudida y ¡voila! Estaba listo para presentarse ante una linda oportunidad -cualquiera que esta fuese- desde una compañera hasta una suculenta comida. La risa no se le quitaba del rostro. Se debía ésta a un inesperado encuentro con un hombre. Ambos venían caminando a un paso fuerte por diferentes calles. Uno hacia el otro y programados para darse un encontronazo. Cuando casi chocan en la esquina fue tal el sobresalto de cada cual, que había terminado en un lodazal y el hombre igual. Él sabía qué hacer para limpiarse: de regreso al sistema de riego. Consideraba el accidente eso mismo, un accidente chistoso, pero el pobre hombre tenía tan triste y derrotada mirada y hacía tales gesticulaciones y decía tales palabrotas que había sentido tristeza y risa por el sujeto, quien no sabía darle el valor apropiado a los eventos, y que hacía de un simple baño de lodo, una tragedia griega. Él seguiría su camino, cualquier que éste fuese; a la izquierda o la derecha, no importaba, por arriba del puente o por debajo, no importaba. Había nacido en algún lugar, moriría en otro y quizás no lo encontraría nadie, pero mientras tanto andaría y andaría. Husmearía todo. Hasta se daría el lujo de yacer en una colina viendo hacía el mar. Ya había experimentado lo sabroso que era retozar en sus aguas, pero también había probado la fuerza de sus olas, y prefería sólo verlo y soñar. Soñar que andaba con su paso musical sobre la superficie, tratando de ver quien vivía bajo esas aguas. Intentamos descubrir quién vive arriba de nosotros, pero todavía no sabemos nada de quién vive abajo. Mientras cavilaba pensaba nuevamente en el hombre. Era débil, miedoso, vanidoso y cobarde. Lo había constatado con el accidente del encontronazo. Podría haberlo mordido si hubiera querido, pero su onda no era atacar por gusto. Además, si dentro del hombre habían almacenadas tales palabrotas y gestos como los que había visto y oído, no creía que fuese una muy buena idea. Pensaba en todos sus semejantes que había visto ser amarrados con cadenas por estos hombres y sentía tristeza por ellos. La mayoría se veían bien limpios y sanos, pero no podían jalar pa' donde quisieran, puesto que si lo intentaban, el hombre jalaría la cadena. Los haría regresar a donde él quisiera. La mayoría no era feliz. Su vida era diferente, salvo por uno que otro susto que se llevaba si buscaba líos. Los líos nunca le llegaban a él, sin embargo. Era un can feliz. ¡Ahhh que sabroso era vivir! Tomó un hondo respiro y se durmió. Arriba de la loma, viendo el mar.

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